Te has metido en mi corazón, donde creía que no había lugar para nadie. Has hecho que crezcan flores donde cultivaba polvo y piedras. Recuerda esto durante el viaje que insistes en hacer: si mueres, no te sobreviviré mucho tiempo.
Los sellos de Shayol Ghul se han debilitado y la presencia del Oscuro se hace cada vez más evidente. En Tar Valon, Min es testigo de hechos portentosos que vaticinan un horrible futuro. Los Capas Blancas buscan en Dos Ríos a un hombre con los ojos dorados y siguen el rastro de Dragón Renacido. Mientras tanto, Rand al’Thor se dedica a tomar sus propias y sorprendentes decisiones.
El Aumento de la Sombra es la cuarta entrega de la saga La Rueda del Tiempo de Robert Jordan.
Buff vamos a ver... Que pena. Que pena que una saga que empezó tan bien con El Ojo del Mundo tenga una cuarta parte tan desastrosa. Y lo intenté, creo que nunca había intentado con tantas ganas terminar un libro que no me estaba gustando. Llegué hasta casi las 1000 páginas del libro, pero no pude más y lo dejé. Y este es mi por qué:
El Aumento de la Sombra comienza donde nos dejó El Dragón Renacido, con todos nuestros personajes en Tear donde cada uno de ellos irá poco a poco tomando su camino: Rand, Mat, Moraine, Lan y Egwene junto con los Aiel a Rhuidean; Perrin, Faile y Loial a Dos Ríos; y por último Nynaeve y Elayne a Tanchico.
En el momento en el que se separan es cuando empiezan los problemas. La historia se vuelve aburridísima, con muchísimas descripciones que no aportan absolutamente nada más que llenar páginas y páginas que se podían haber empleado para narrar algo más interesante.
Pero eso no es todo. El mayor problema es la evolución de los personajes, en especial los personajes femeninos. Jordan no sabe escribir a mujeres: las retrata como personas egoístas y que se creen superiores a los hombres, condescendientes e irritantes (especialmente Egwene, Faile y Aviendha -esta última me sacaba de quicio-). Como mujer, no me sentía para nada identificada con ninguno de estos personajes, es más, mientras leía deseaba que algo les ocurriese (sobre todo a Faile y Aviendha) para no volver a leer sobre ellas.
Además, los romances tampoco es que estén bien desarrollados. El romance de Rand y Elayne (o los pensamientos que tienen el uno con el otro) no tiene ni pies ni cabeza; parece que se quieren de repente tras haber pasado dos tardes juntos. Tampoco me gusta el de Perrin con Faile. Creo que Faile no es para nada justa con Perrin, y volvemos al punto anterior en el que Faile es uno de los peores personajes de la saga. El único romance que se salva es el de Lan con Nynaeve, porque es sutil y tienen una historia que ha ido evolucionando a lo largo de los libros.
Por último, quería hacer una mención especial a los Aiel. Que parece ser que a muchos lectores les interesa su procedencia y todo lo relacionado con ellos. En un principio a mí también. Pero entre tanto nombre de clan, tanta profecía y tantas costumbres con nombres difíciles de recordar, que al final me acabaron dando igual y pasaba automáticamente todas las hojas en las que se hacía referencia a los Aiel. Menudo tostón.
En definitiva, estos han sido de forma resumida los porqués de mi decisión de abandonar esta cuarta entrega. ¿Seguiré con la saga? Le daré otra oportunidad, porque creo que la historia tiene mucho potencial, pero espero con toda mi alma que mejore, y mucho. Eso si, me daré un descanso antes de comenzar con El Cielo en Llamas.
P.D. La Editorial Planeta relanzó El Aumento de la Sombra en dos libros separados:
Los Portales de Piedra y El Yermo de Aiel.