En el Piso de Abajo de Margaret Powell- ALBA
Ella decía: << Si no hubiera gente con dinero, ¿qué haría la gente como nosotros?>>. Yo replicaba: << Pero ¿no puede haber un poco de igualdad, que el reparto sea más equitativo? Que ellos tuvieran un poquito menos y nosotros un poquito más. ¿Por qué tenemos que trabajar nosotras en esta mazmorra y tener solo lo estrictamente necesario, mientras que ellos arriba tienen de todo?>>
En la primera casa en que entró a trabajar como pinche de cocina, a los quince años, Margaret Powell se quedó atónita cuando le dijeron que, entre sus tareas, figuraba la de planchar los cordones de los zapatos. La señora de la casa le prohibió, además, entregarle en mano cualquier cosa: siempre tenía que ser «en bandeja de plata». Era la Inglaterra de los años 20, y en ella una chica empleada en el servicio doméstico tenía que mentir a los chicos si quería encontrar novio: ellos las llamaban «esclavas». En el piso de abajo son las memorias de una mujer sedienta de educación que no comprende que, cuando pedía un libro de la biblioteca de sus señores, estos la miraran incrédulos y espantados. Con el tiempo, aprendió por su cuenta y en 1968 publicó este libro, que ha sido la fuente reconocida de inspiración de series como Arriba y abajo y Downton Abbey, pero mucho más incisiva e intencionada que ellas. En el sótano, a «ellos» (como llamaban a los señores), se les hacía «una especie de psicoanálisis de cocina, sin cabida para Freud. Creo que nosotros sabíamos de la vida sexual ajena mucho más de lo que él llegó a saber nunca». Penetrante en su observación de las relaciones entre clases, libre y deslenguada en la expresión de sus deseos, Margaret Powell nos cuenta qué significaba para los de abajo preparar las cenas de seis platos de los de arriba. Un documento excepcional.
En el Piso de Abajo, Margaret Powell nos relata con humor e ingenio su vida como trabajadora en el servicio doméstico durante los años 20. Su historia comienza antes de terminar el colegio y cómo de repente su vida cambió, cuando al no poder pagar una beca para continuar con sus estudios, tuvo que ponerse a trabajar para ayudar a su familia. Su madre había pertenecido al servicio doméstico, por lo tanto Margaret iba encaminada a seguir sus pasos.
A partir de entonces, acompañaremos a la autora por las distintas casas y mansiones donde trabajó, mientras conocemos a sus señores y señoras, y vemos de primera mano la ingente cantidad de trabajo que debía realizar. Sin duda, esto último es lo más llamativo y lo que más cuesta de imaginar, es decir, cómo era posible que una sola persona realizase todos esos trabajos. Me parece imposible, pero por desgracia era la absoluta realidad. Así, durante la lectura encontramos trazas de la opinión de Margaret acerca de la situación de los trabajadores del servicio doméstico, de cómo vivían prácticamente como esclavos de sus señores y del estigma que recibían por trabajar en ese ámbito. Y la verdad es que no le falta razón en nada de lo que dice.
Sin embargo, al libro le falta más profundidad (no en las opiniones de la autora), sino en el hecho de que nos hable más de los señores y señoras de las casas, nos cuente habladurías sobre ellos o nos narre alguna anécdota más de sus años en el servicio. Aun así, se trata de un relato corto, fácil de leer y entretenido, con el que podremos conocer una pequeña pincelada de lo que suponía trabajar en el servicio doméstico en la Inglaterra de los años 20.